TERREMOTOS
DE MEXICO
Los pasados
días 8 y 19 de septiembre han ocurrido dos fuertes terremotos en México, sus características
son bien diferentes.
El terremoto
del día 8 ocurrió en la zona de contacto entre dos placas tectónicas, la placa Norteamericana
y la placa de Cocos, donde está se introduce por debajo de la otra, es decir,
en una zona de subducción, en estos contextos tectónicos suelen ocurrir grandes
terremotos como el de Indonesia del 2004, el de Japón del 2011 o los grandes terremotos
de Chile. Su magnitud fue de 8.1, cualquier terremoto mayor de 8.0 ya es un
gran terremoto. Por suerte no hubo demasiadas víctimas, el lugar no tiene
grandes núcleos de población y la profundidad de 72 kilómetros también ayudó a
que no fuera muy dañino. Hubo unas 100 victimas.
El terremoto
del día 19 sin embargo es de menor magnitud: 7.1, sin embargo su localización
es en tierra y mucho más cerca de Ciudad de México (a unos 100 km). Este es un
ejemplo de como un terremoto menor que otro puede causar muchos más daños.
El caso de la
Ciudad de México es especialmente sensible. La ciudad fue construida encima de
un lago que fue desecado, el suelo por lo tanto es muy blando, un suelo blando
amplifica las ondas sísmicas por lo que los daños son mayores que si el suelo
fuera más rígido. En un caso extremo el suelo se puede comportar de forma casi
liquida, es el fenómeno que se llama licuefacción, las partículas del suelo
blando se mueven de tal forma al paso de las ondas sísmicas que durante unos
segundos se comporta como un líquido y todos sabemos lo que ocurre si construimos
un edificio encima del agua: se hunde. Ese es el gran problema de la Ciudad de México.
La ciudad
posee un sistema de alerta sísmica, no es que se sepa que ocurre un terremoto
antes de que se produzca (de momento no pueden predecirse los terremotos), sino
que sobre todo en los terremotos que ocurren en la costa del Pacifico, las
ondas tardan cerca de un minuto en llegar al interior del país, donde se sitúa
Ciudad de México, ese tiempo es suficiente para que suenen las sirenas de alerta.
En el caso de este último terremoto, la distancia al epicentro es de escasos
100 km, ese trayecto lo hacen las ondas sísmicas en apenas 10-20 segundos,
cuando estaban sonando las sirenas, ya estaban derrumbándose los edificios.
Después del gran
terremoto de 1985 (8.1 de magnitud y entre 3.000 y 20.000 victimas) se
reforzaron muchas estructuras en la capital mexicana y se actualizaron los
protocolos de protección civil. Sin eso, este último terremoto habría sido otra
gran catástrofe.